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jueves, 26 de febrero de 2009

Las pelirrojas son diferentes. Cristina Padìn Barca

Capítulo 1.

Con sabor a caramelo…

- Qué aburrimiento…>br> - Ya ves, un rollo de tarde…
Eran dos, y entre las dos no sumaban cuarenta años. Almudena acababa de cumplir dieciocho,
una niña bajita y rubia, con los ojos muy azules y la sonrisa muy pícara. Lucía tenía diecinueve, se
trataba de una joven pelirroja, de divertida mirada verde, con el rostro cubierto de pecas. Una
estudiaba Derecho, la otra Ciencias Políticas.
Compartían dormitorio en una residencia de estudiantes…
- Qué podemos hacer para pasar el rato?.
Fuera, llovía. La tarde de noviembre, pesada y fría, caía sobre sus ánimos con la fuerza de una
losa. Las hojas llenas de apuntes permanecían mudas, también aburridas, esparcidas sobre sus
mesitas de estudio, a ninguna de las dos las seducía la idea de ponerse a empollar.
- Mira…- dijo Almudena.
Se había tumbado en la cama, su postura conseguía que se le levantara la falda abollonada que
vestía, le quedaba al descubierto casi la totalidad de la pierna, la pantorrilla, firme; la rodilla,
huesuda; el muslo, suave… Se entretenía lamiendo un chupa-chups, de fresa, una perfecta bola
rosácea que ella introducía lentamente en la boca; penetraba, el caramelo, la diminuta abertura
formada por unos labios frescos y carnosos, era lamido por una lengua juguetona, después salía de la boquita, para muy pronto volver a entrar, ser engullido por esa cueva adolescente ávida de
perversiones…
- Qué quieres que mire?.
- Esto.
Almudena hojeaba una revista, una de esas que leen las jovencitas de esas edades, y se deleitaba observando las perfectas abdominales de un famoso futbolista. El astro del fútbol regalaba un
gesto agradable desde su posado perfecto, en una playa africana, y lucía un cuerpo de escándalo. - Mmmmmm, está bastante bueno.
- ¿Bastante?. Dirás que está buenísimo. Dónde has visto tú a uno mejor?.
- Luis, por ejemplo.
- Luis Ramos?. Es gay.
- Ya… pero está increíblemente bueno. Y Rodrigo también.
- Rodrigo me gusta menos.
Se referían a los chicos que, como ellas, se alojaban en la residencia de estudiantes. A Lucía, de repente, le brillaron los ojos, su mente maquiavélica acababa de vislumbrar una idea.
- Sabe bien el chupa?.
- Prueba- ofreció Almudena- Es de fresa.
- Vale. Con una condición.
La otra niña la miró, divertida…Hacía calor en el dormitorio, y su respiración era bastante agitada.
- Una condición para probar el chupa-chups??.
- Sí. Quiero saborearlo en tus labios. Puedo??. Almudena dudó tres segundos… Lucía sonreía…
- Bueno… vale.
Lucía se acercó a su amiga. Su camiseta blanca era extremadamente ceñida, y, al no llevar ella sujetador, permitía que sus pezones se marcaran con arrogancia. Eran oscuros, puntiagudos, y
apuntaban hacia arriba con esa soberbia que solo se tiene cuando aún no se han alcanzado los veinte años.
Almudena suspiró, algo asustada…
La lengua de su compañera rozó sus labios, tímidamente al principio… Después, se recreó en su geografía, los recorrió con gula, adueñándose del sabor a fresa amarga que desprendían…
después, Lucía quiso ir más lejos, y besó a Almudena… el primero fue un beso suave, corto… Luego, las dos bocas se fundieron, las chicas se abrazaron, el cabello rubio de Almudena se
enredó entre los rizos pelirrojos de Lucía, las lenguas se acoplaron a un baile perfecto, bastante salvaje, y los cuerpos adolescentes se abandonaron a la pasión…
Se besaron durante unos cinco minutos, después, Lucía recobró la compostura…
- Entonces, te ha gustado?, el sabor del chupa?.- inquirió Almudena, que estaba algo cortada. Con
las mejillas encendidas y la voz temblorosa.
- Mucho.
Las dos llevaban falditas cortas, ambas poseían bonitas piernas, más largas las de Lucía, pero también muy torneadas las de Almudena. La piel de sus rostros reflejaba tersura, sus curvas
exhibían líneas sugerentes, sus melenas olían muy bien…
- Sabes?- continuó Lucía, con su acento extremeño- se me ha ocurrido una cosa…
- Dime…- Almudena intuía un juego atrevido. Ella era una chica tranquila, había vivido, hasta la
fecha, pocas aventuras…
- Qué te parece si nos desnudamos, para vernos el cuerpo?.
- La parte de arriba, vale?, hoy sólo la parte de arriba.
Lucía se mostró de acuerdo. Había experimentado más que su amiga, y ya se había acostado con varias mujeres, pero sabía respetar la timidez de Almudena.
- Empecemos…
Se deshicieron de las camisetas, una blanca y otra rosa, las dos cayeron sobre la alfombra. Lucía pasaba de usar sujetador, sus tetas chiquititas no precisaban sostenes, eran redondas, parecían duras, estaban morenas de haber estado ella tomando sol en top-less. Almudena se quitó su
sujetador, una pieza negra delicada y hermosa que dejó al descubierto sus grandes pechos. Eran sólidos, consistentes, enormes, como dos ubres llenas de leche.
- Joder, qué grandes, con la ropa disimulas… Se examinaron a gusto. Almudena recorrió con los ojos, turbada, la insinuante geografía de su amiga, se fijó en su cuello largo, en la elegancia de sus hombros, en la soberbia de esas tetas pequeñas coronadas por unos pezones muy oscuros…
Lucía se comió con la mirada a su compañera, le agradó la femenina curva de su vientre, el suave color de su piel, las tetas, tan grandes que deseó tocarlas y morderlas… Fuera, seguía lloviendo…
- Nos quitamos más ropa?- propuso la pelirroja.- Me apetece ver tu culito.
- Mañana, vale?. Por hoy es bastante.
- Mmmmm, bueno, vale. Con dos condiciones.
Almudena se sonrojó. La situación, además de violentarla un poco, también la excitaba, y eso la hacía sentirse confundida.
- Vale. Qué condiciones?.
- Primera: que respondas a mis preguntas.
- Vale.
Los pechos de Almudena subían y bajaban al compás de su respiración.
- Primera: nunca habías hecho nada así con una chica?.
- Qué va, nunca. Ni siquiera se me había ocurrido.
- Segunda: virgen no eres, no?.
- No.- La joven se rió.
- Que no haya vivido tanto como tú no significa que haya estado encerrada en un convento.
- Tercera: con cuántos te has acostado?.
- Con tres. Con mi novio actual y con otros dos chicos, y tú?.
- Yo?, ni idea… desde los trece, ya ves… unos cincuenta o así… y cuarta y última pregunta: qué es lo que más te gusta de mí?.
- Pues… que seas pelirroja… las pelirrojas son diferentes.
- Sí?, a cuántas conoces?.
- Sólo a ti.- Ah, no es mucho… Vale, ahora, la prueba.
- Qué prueba.
- Una sencillita. Si me dejas que te toque las tetas, no nos desnudamos por completo hasta mañana.
- Uff… bueno, vale. Pero poco. Poquísimo.
- Vale, poco. Pero mañana, nada de ropa, eh?. Y me dejas que te toque el culo.
Almudena sonrió. Lucía acercó sus dedos, delgados, a las enormes tetas de su amiga. Primero simplemente rozó una de ellas, después las tomó entre sus manos, y procedió a amasarlas… las dos respiraban fuerte, luego se concentró en los pezones, los retorció un poco, y los acarició con
una uña.
- Ya.
- Vale, ya. Te ha gustado?.
Almudena dijo que sí, avergonzada. Se había excitado más de lo que ella misma quería reconocer. Mientras su amiga se dirigía al cuarto de baño, para una ducha fría, ella decidió comerse otro chupa-chups. De manzana.Fuera, continuaba lloviendo…